miércoles, 8 de febrero de 2012

Carta a mi último cigarrillo


  Queridisimo amigo, lamento escribir estas palabras. Pero, entre tu y yo, sabemos que nuestro amor es imposible y mortal. No reniego que hayas estado tanto en los buenos momentos, como en los malos: bodas, después del sexo, fiestas, reuniones sociales, política, universidad, suspensos, defunciones, depresiones y... En muchos otros momentos de mi vida de los que ahora no recuerdo.

  Te abandone durante dos meses y medio. Y cuando te necesite, estuviste ahí. Durante estos dos últimos meses me has acompañado; pero amigos y familiares no vieron bien nuestra reconciliación. Perdóname, ya sé que tu aroma es atractivo y embriagador; pero te acompaña una irrepelente nicotina y un venenoso monóxido de carbono.

  Dicen que produces fatiga e impotencia a medio plazo; y cáncer y enfisema, a largo. ¿Será verdad? No lo sé, tampoco quiero comprobarlo en primera persona. Aunque, si es verdad, has matado a muchas personas a lo largo de la historia. Lo cuál quiere decir que eres un genocida, y yo no debo, ni puedo deber enamorarme de un genocida.

  Tal es mi amor hacia tí que he arrancado los cojines de mis sillones y sofáes para encontrar monedas; pedido dinero; trabajar sobreexplotadamente e; inverosimilmente aunque no lo creas, cultivarte, secarte y liarte para poder reencontrarnos. Cuando no lo conseguía, te buscaba a través de amigos, familiares, camaradas y/o compañeros; e incluso, vergüenza me da decir ésto, mas te he buscado a través de desconocidos.

  Por eso y finalmente quiero decirte: Adiós. No te enfades y quédate en América, estancos, cafeterías, bares y gasolineras. Ésos son tus verdaderos hogares y no mis rasgados bolsillos.

Triste y cordialmente, JuanMi
Salud


P.D.: Sigo viviendo todavía en el mismo sitio, te ruego que no me busques y que omitas mis peticiones y mis llamadas de auxilio.


TODO SOBRE MI CADÁVER

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